LA DAMA DE LAS UVAS
Vagando yo con Luna por los campos del estío,
detuvo una aparición mi andar por el sendero del parral.
Era tan bella la dama que ni las señoras principales de la Mancha comparársele pudieran sea lo que sea lo que Don Quijote dijera.
Su magia fue vocación, canción de la noche y horas encantadas.
No hubo ni metáforas, ni rimas, ni hubo poesía, era lo sensual lo que valía.
¿O todo tal vez fue poesía?
Nos ofrendamos nuestro deseo soberbio en esa fiesta redonda
de la libido, del hollejo y del lucero bajo la parra encantada.
No olvidaré las uvas de ese verano, ni a la bella aparición.
Ni a la erótica devoción con luciérnagas y ranas,
de la inquieta señora, por el sendero del parral.
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