Amigo, te soy sincero, tu “estrés” envidio,
¡qué tonto eres!, ¡qué tonto eres!,
construyes un castillo con tu sacrificio,
todo el día trabajando con denuedo,
para arruinarlo todo, para arruinarlo luego.
Hiciste realidad tu sueño, el sueño de tu mujer,
el sueño de casi todo el mundo,
todos queremos una vida como la tuya,
una vida sencilla, llena de paz y de risas…
negocio propio, esposa, hijos,
un par de ruedas, pan en la mesa…
¿Qué te preocupa?, ¿por qué te afliges?,
¿para qué luchas?, ¿por qué atormentas tu cabeza?
¡Yo te aseguro que no son tuyas esas ideas!
Me dijiste que no sabes qué te pasa,
que después de trabajar alegremente,
y, al regresar a tu casa, te molesta todo,
y quisieras hallar el modo de desaparecer…
Hay una zona obscura en tu mente
que no logras entender…
algo así como un vacío que atrae tus sentidos,
un hastío, un desgano, un profundo precipicio.
Aunque no quieras creer, también yo pasé lo mismo,
estuve así, como tú, próspero y bien casado,
con una hermosa familia, casa propia, mi negocio,
auto y buen comer… y sí, me hallaba vacío…
¡cosas de no entender!
¿Será que el materialismo me había corrompido?
El dinero compra de todo, menos lo esencial.
Hay un vicio compulsivo del que debes escapar:
Cuando más cosas te compres,
¡más cosas querrás comprar!
Y, ¿será que una familia lo es todo en la vida?
El placer de los sentidos da una satisfacción efímera,
la verdad, la sabiduría, ¿dónde se encontrarán?
Yo hace tiempo que perdí todo lo que tenía,
¿Quieres tú hacer lo mismo?
Tantos años construyendo… ¿Qué?,
¿para después no quererlo?
¿No estaremos en la trampa
de algún diablo del infierno?
Te quisiera confesar, hoy, mi dolor secreto:
¡a veces le ruego a Dios que me regrese en el tiempo!,
que perdone mis pecados, ¿Servirá el arrepentimiento?,
no es que sea religioso, pero hay cosas que no entiendo,
y: ¿A quién voy a preguntar?... Si Él no puede contestar,
¿Quién tendrá el entendimiento?
A veces no puedo dormir, porque estoy solo en mi cama,
quisiera abrazar a alguien, tal vez hacer el amor…
(no estoy hablando de sexo),
pero el amor no se encuentra tirado en una esquina,
ninguna hada madrina te lo hace aparecer;
se lo debe construir así como se hace una casa:
ponerle buenos cimientos, sudar ladrillo a ladrillo,
voluntad en el quehacer, propósito, sacrificio,
y, después en el día por día: ¡mantener el edificio!
Porqué en todo hay desgaste, el tiempo hace desastre
en cualquiera relación, así nomás no se tiene
un edificio de amor…
Algo también me llamó muchísimo la atención:
Leí por ahí que dijo un muy antiguo poeta,
-“Si Dios no construye tu casa, en vano es que edificas,
porque Él es el constructor. En vano trabajas tanto,
en vano tanto sudor…”
Me dices que estás estresado, que no sabes qué hacer,
que quisieras ser feliz… que… que… qué!
Sabes qué, mi estimado, yo te envidio, hermano,
quisiera ocupar tu lugar, tienes todo en la mano,
¡ya tienes la felicidad!, te está engañando un demonio
¡o eres tonto nomás!