Rocío, no acompañes al alba. Me roba la noche encendida, las sombras en las que soy espontánea y mi pluma fluye. Podrías mojar mis versos. Y sin ellos no soy nadie.
Cómplice oscuridad, prometeme que serás fiel. Me entrego a vos en sagrada ceremonia a pesar de la incertidumbre que emana de tu cielo, titubeo que incita mi verbo.
Anochecida la tarde sé que llegás. Despliego mis fueros pretenciosos porque sé que con la luna retocarás detalles en mis bosquejos.
La penumbra en el jardín es mi lugar en el mundo, allí celebro la vida, mi vida. Amanece temprano y me encierro con persianas bajas. Nada me duele más que no poder reír. Los días son largos, fechas anegadas de llanto.
Otrora, las noches, bruma, encuentros mágicos. Vuelos soberbios. Revivía al atardecer, aguardando el crepúsculo, el alba y desatándome en la nube. Indiscutible, tenía sólo veinte años...
Hoy, jirones, despojos... Hoy, sólo Mis Restos...