¡Ay! cómo me has dejado,
desde que ya no miro,
el equinoccio rojo
y grana de tus ojos ¡Oh zafiro!.
día ácrata que arrojo
un dromedario expiro,
¡Ay! que triste he quedado,
como hereje bordado de un suspiro.
Yo te recuerdo mía...
porque fui tu lacayo
anúteba de un Eros.
Forjé tu nombre en las alas de mayo
como fieles herreros;
fui sol, fui luna y rayo,
¡jamás melancolía!...
¡Ay! si supieras la pena de gayo.
Reina, hada de una testa
dimensional que miente
en óvalos convexos.
Céfiro que soplaba del poniente,
cual dos vientos de sexos
como agua de mi fuente;
sed de una vida a cuesta,
¡canto a vosotras; en sonata hiriente!.
Derechos reservados de autor
John Morales Arriola.