In memoriam
A veces me pregunto si, dondequiera que tú estés, me estarás viendo,
y si podrás leer lo que escribo, siento y pienso.
Y cuando me entrego a estas reflexiones no dejo de pensar
si cualquier cosa que haya dicho no te habrá sentado mal.
Puede que, sin saberlo, te esté clavando un alfiler
con cada palabra que digo o escribo,
irreflexivo, pensando en mí mismo,
e ignorando que a ti te podría doler.
A veces creo que hago bien,
y hago mal,
o hago mal pensando que está bien.
Por eso quiero que me digas qué decir, qué hacer,
porque no sé salir de este bucle que me hace dudar, sufrir, temer.
Si pienso mucho en mí,
es como si me olvidara de ti;
y si pienso mucho en ti,
es como si dejara de vivir.
Algunos dirán que, como ya no vives, tampoco padeces.
Pero eso no me consuela; al contrario, me enerva.
Que no vivas no es razón suficiente para que deje de preocuparme por ti,
para que actúe a espaldas de ti, con alevosía,
como si no existieras y nunca hubieras existido,
como si tus sentimientos no valieran un comino,
como si fueras el producto de la imaginación de mi mente perturbada.
Precisamente ahora que no estás
es cuando más debo cuidarte,
porque tú ya no puedes defenderte
y necesitas tenerme de tu parte.
Me necesitas ahora más que nunca,
y ahora más que nunca me tendrás,
para honrar tu memoria, para recordarte,
para adorar esa vida tuya que se te escapó en el último instante
como grito en la espesura, sofocado y vacilante,
y que a día de hoy sigue siendo mi baluarte.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.