Una vela sobre mi escritorio me alumbra.
He querido estar en la penumbra, admirando la maravilla de este objeto que solo ha sido creado con un único fin. Poco a poco se irá desgastando, llevándose dentro una sola satisfacción, haber cumplido su misión de alumbrar, de dar luz.
Atmósfera apta para escribir, para dejar volar mi imaginación; para poder escuchar profundamente mi corazón que no se cansa de latir; para dejar que mis sentimientos floten, naveguen en las aguas tormentosas de mi existencia. Permitir que mi sensibilidad aflore y acaricie, cual rocío mañanero, la rosa púrpura de mi pluma inquieta, insaciable, como mis deseos más profundos y prohibidos.
Quietud silente de mi alma errante.
Buscar, caminar, mejorar a cada paso.
Aquietar mis inquietudes, mis miedos, mis incertezas.
Me aferro a lo certero como el amor que siento y el cual es correspondido, pero a veces combato internamente, con lo que deseo, lo que quiero, lo que soy y siento; mis metas trazadas, ese vivir alternante en ocasiones.
Hacer cuenta con la carga genética, ese sello que he heredado de mis padres, que me impulsa y a veces me retrasa.
La historia vivida que en momentos condiciona.
Con los años y el tiempo que pasa buscar lo esencial dejando de lado lo efímero. Espontánea viene a mi mente la pregunta: ¿pero… qué es lo esencial?
Aquello por lo que vale la pena luchar, es decir, la plenitud de lo humano que se alcanza a través del transcenderse, ir más allá de ti, no centrarte solo en tu persona.
Es desarrollar al máximo tus potencialidades, eso que una vez te hicieron combatir porque era lo que te caracterizaba o diferenciaba de los demás.
El manifestar tu sentir, sea éste el que sea, en el respeto de los demás, cosa que en mi educación era prohibido ya que había que contentar a los otros y hacer lo posible por ser aceptados, a costa de mentir.
Lo esencial es la auténtica libertad de ser, de existir, de amar, de extenderte por todo el universo ya que eres una creatura divina.
Esencial lo que da verdadero sentido a tu existir.
El elegir por ti mismo, aunque te equivoques.
Esencial es ese impulso que te ayuda a levantarte de la caída, a pesar de que se rían de ti y caminar con la frente en alto.
La capacidad de defender tu verdad y vivir en la verdad, aunque tengas que sangrar por ello.
Esencial, lo que te diferencia de todos y te complementa con ellos.
Esencial es la capacidad de reconocer y aceptar los errores, pero también de los logros, tus capacidades, tu valor.
Lo esencial es esa razón que te detuvo, cuando estuviste a punto de saltar al abismo y dar por terminado todo, para mí Dios.
Ese sentimiento profundo que no se puede explicar cuando te sientes en paz contigo mismo y con tu conciencia.
Ese hormigueo que recorre tu estómago cuando alguien te dice: “gracias por haber confiado en mí”, “gracias por haberme ayudado”, “gracias por estar aquí”, “gracias por ser como eres”
La capacidad de decir adiós dejando los otros, las cosas, la creación en libertad.
Lentamente la vela llega a su fin, ha cumplido su misión.
La penumbra me hace recordar el valor de la luz y, sobre todo, la satisfacción del deber cumplido, de haber alcanzado plenamente la misión concreta para la que se ha sido creado.
En la penumbra de mi habitación, mi mirada se pierde a través de mi ventana. Contemplo, anhelo la profundidad del horizonte inmenso que se pierde en un mar de estrellas, constelaciones y planetas…..