En la lejana cumbre de un collado ,
yace la luz de un sol agonizante,
y en el cielo se extiende el negro manto
de una noche callada y misteriosa.
Es una noche andina donde pueblan
tétricos seres de mundos insondable,
y esos seres deambulan por mis huellas
que regadas dejé por los caminos.
La noche abre sus alas salpicadas
de millares y millares de luceros,
y en el centro se luce la luna llena
en su trono de gloria allá en el cielo.
Desde una humilde choza nace un canto,
es un sagrado canto lastimero,
es canto de un pastor que con su quena
del pecho echa a volar amargas penas.
El perro aúlla en un rincón del patio,
la luz del lamparín esquiva al viento
y los grillos en eterno concierto
enmarcan la apacible noche andina.
En el fondo de mi alma se cuaja el verso
que en tilines se mezclan con la bruma
estas rimas son voz de mi añoranza
y fiel imagen de una noche andina.
Eugenio Sánchez Bacilio