En un añejo y ajado papel
Descubrí, recordando nombres
Nombres olvidados,
calles de tierra
polvorientas.
Nombres que son el origen de mi nombre
Y cerré los ojos
Volviendo a como era en el principio
Al vientre de una joven, mi madre
Llamada Marta Feliciana.
Un niño fui, inocente angelito
Allí inscritos estaban el nombre de mi padre
Don Godofredo, mezquino el padre de mi padre
De un solo nombre obsequiarle
Y pensaron en mi nombre
Darío Ernesto
El hijo del tigre,
Quizás poeta y trovador.
Acta de nacimiento, invención de los hombres
Orden divina, genealogías y descendencias
Laten en ese viejo papel
Casi ya medio siglo, para este cuerpo mío
Casi como un epitafio,
Pues salvo a la que es mi madre bella
Y este loco que a todo le profiere un verso
Todos han perecido,
Lápida fría y pétrea
En un trozo de papel que también fue árbol desollado
Matar el ser, para dejar escritos viejos.
En esa acta los hijos de los hijos extasiaran la mirada,
Deteniendo el tiempo con algunas lágrimas
Suspirando mi abrazo,
tiempo de nacer
Tiempo de morir,
Primaveras y otoños aventados al cielo
Siendo solo alma que arrastra la corriente
Hojas secas, amarillentas, recuerdos olvidados
Solo quedaremos allí, los simples nombres
Espejos sin palabras, rostros ausentes
Corazones de papel y nostalgias.