Raúl Daniel

Hay un destino para ti (Espejo 115)

 

Hay un destino para ti, aguardándote en alguna parte,

tal vez si leyeras algún libro, si viajaras o estudiaras algo,

no sé si es ciencia o arte, solamente sé.

 

Es  mi don saber cosas,

cosas que después suceden,

es que soy profeta, no debes preocuparte.

 

No estás en condiciones de discutirme, no sabes nada,

tu ignorancia es tal que te calculas: sirvienta siempre,

tal vez madre, tal vez esposa de alguien.

 

El dolor te sacude y no entiendes nada,

no entiendes lo que piensas ni lo que haces,

eres lo que se llama: una perfecta ignorante.

 

Pero, y sí, sé, y veo en tus ojos el brillo,

el brillo de Teresa de Calcuta, de Napoleón Bonaparte,

y los sueños que los hijos de puta quieren negarte.

 

Yo voy a luchar contigo, voy a luchar por ti,

es tanto lo que voy a amarte, que terminaré por convencerte,

que acabaré por transformarte… en lo que debes ser.

 

Naciste para volar, para la libertad, para escapar

de la maldición que existe, de la nada ancestral,

de la vorágine de los supermercados, del amor al capital.

 

Tú no te enredarás en la avaricia del dinero,

en las ansias de poder, ni en modas,

ni en electrodomésticos,

ni en el no tener nada que hacer.

 

Tú naciste para cruzar océanos,

un día se te verá por la televisión,

no desfilando en pasarelas, tú eres alma de revolución.

 

Sabrás tu destino cuando éste acontezca,

aunque posiblemente mucho antes lo entreveas,

no es misterio que Dios siempre se revela.

 

Y,  tal vez yo ya no esté cuando esto suceda;

pero te acordarás de mí en tus victorias,

releerás interminablemente este poema.

 

Y no tendrás dudas

de que ¡nos reencontraremos en la gloria!