Si nos marchásemos sin una despedida,
el miedo congelara nuestras acciones,
atrofiando la voluntad de bellas intenciones,
escondiendo palabras por el tiempo ya perdidas.
Saliendo a flote los recuerdos que alimentan la culpa,
día sin la presencia de las flores del ayer,
que pasaron al firmamento como estrellas,
brillantes astros conformados por almas.
Es lamentable su traslado de la tierra al firmamento,
llenando su ausencia con nuestras lágrimas,
no se dio nuestra despedida en ningún momento.
Ayuda pensar que las estrellas nos miran,
que son ellos mismos con otras formas,
las mismas personas que ahora destellan y brillan.