El creyó morir de amor y entre sollozos
suplicándo fue acercándose a su amada
¿por qué es que ya no me quieres le imploraba,
en baño de sudor postrao de hinojos?
Era en la noche y el hombre se encontraba
predispuesto a recoger ya los despojos
cuando, ocurrió en un abrir y cerrar de ojos,
que elevando la cabeza no vió nada.
¡caray con mi mujer, a donde se habrá ido!
¡vaya! ahora, mis esfuerzos se han perdido,
¡si no me escucha de qué sirve llorar!.
¿Por qué siendo ya mayor no habré aprendido
que los lamentos carecen de sentido
si alguien no existe que los pueda escuchar?
Los susurros que atraviesan mar incierto
no atienden ayes que vagan por el mar
no intentes, pues, predicar en el desierto.