Ninfa de lagos amarillos
figura alambicada
por manos alfareras,
sentí que bebías otros tragos
que otros soles
secaron a la distancia.
Carnes jugosas...
aplacaron tu bulimia diaria.
¡Cuéntame nieve dura,
cuéntame experiencia sana!
¿Qué ocurrió cuando se fue la noche
y llegó tarde el alba?.
Sequé por un momento
mi lágrima clara,
tendido en la hierba
y observando la calma.
¿Quién puede acelerar las horas
por mí en este día,
en que la pena abusa
de mi resistencia humana?.
Trozas en cubos la nieve
y la derrites con mi esperanza...
Y esos tragos de raras marcas
que acaloran tu cuerpo por dentro,
los recordarás en tu vida
al igual que las bestias recuerdan
cuando con fuego
un día las marcan.
Deja que escriba esta revancha hermosa
sin plumas, sin tinteros, sin escritorios
solo en la hierba y a la luz del alba...
pues \"comparo tus ojos a las tundras sureñas\"
porque los siento fríos y lejanos
fijos como focos de trenes
que molestan a la distancia
en la noche leve.
Déjame que cante a tu pelo claro...
como las espigas de mi campo,
como las espigas más rubias del potrero del sur
de aquellas que brillaban al sol de Enero
y que siendo hermosas y granadas
las segábamos al tiempo de la cosecha.
Tus brazos los recuerdo...
como piezas de raulí tornado
por el mejor tornero de Ñuble,
aquel viejo de barbas blancas
que tornara ruedas para mí
en la infancia.
Tus labios rojos...
eran como corales de campo
eran como fogatas de scouts
en las noches veraniegas...
y serán más rojos...
cuando brote de ellos sangre.
Fernando de Lira.