Somos dos palabras
que ordenadas hacen más de mil.
Somos juramento
que la luna le hizo al sol y viceversa.
Somos el momento
en que Dios hizo a las estrellas,
a ellas, que, cuales rubiés maravillosos
iluminaban nuestro amor
aquella tarde del soñadora en que yo escuché tu voz.
Fuimos eternos
mayúscula y minúscula enmendación,
y yo te acariciaba, y tu me enamorabas.
Fuimos momento nunca concluído,
y quizás nunca empezado
y yo te añoraba, te soñaba con amor.
Fuiste palabra y yo tu adjetivo,
rimamos en verso e hicimos poesía.
Somos dos,
una divina diligencia del soñador.
Somos dos palabras
combinadas en el viento y procedentes de él,
escritas en un libro de papel,
amadas en presente y en futuro,
escritas en pasado y conjugadas en infinitivo.
Somos verso, palabra que se junta en oración,
decasílabos pronunciados en canción.