Al final de las rosas, no hay más que un sueño roto,
un pensamiento en donde crees que creces.
Un sueño gris y vago,
muy al estilo de cualquier cometa solitario.
Liberar momentos retenidos en mi mente
y dejarlos volar,
como un no sé qué
hacia el no sé dónde
y simplemente,
al final de las rosas,
junto a mi sueño gris
y mi soledad,
deseo morir.
ANDRÉS SARELLANO MTZ
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