Todo está Cristo.
Tocan la puerta.
Todo está misa de Viernes Santo.
Todo está enfermo
con sol de invierno.
Todo está Cristo de Calamarca.
Las voces llegan.
De afuera vienen con gusto a ruido
sabor a Cristo
que anda en las calles
con Cristos huecos.
Abro la puerta.
Oigo el silencio.
Crujen los pasos de piedra y pasan.
Miro la esquina.
Prendo mi pena.
Algo que flota rueda a la sombra.
Estoy de pié frente a mí.
Si no tuviese el nudo
del qué dirán en la garganta
que me hace olvido
que me hace incienso
me abrazaría filio con filo
sin importarme
el tufo de la ciudad que grita.
Abro un cuaderno
Tacho un borrón inolvidable
Y tiemblo.
Todo está Cristo de cartón
azul tirando a negro
esperando que lo restauren.