Es esta estación sin duda
para la pasión su preferida,
de los amantes la luz
y de los poetas la huida,
más para los enamorados
solo el punto de partida.
En esta estación tan cruda
los amores se acrecientan,
y abrazados siempre a tientas
nuestros cuerpos se calientan,
sin saber bien lo que tientan,
que puede ser la rodilla
o la llave de la puerta.
Esas mantas calentitas
con las sabanas felpudas,
que a los dos minutos dentro
con su calor nos desnudan,
haciendo que nuestros cuerpos
en uno solo se fundan.
Espectacular es el amarse
en los días crudos de invierno,
donde el amor y el deseo
se convierten en infierno,
y es que en esta estación
acurrucarse es lo bueno,
junto a la persona amada
y dejar que pase el tiempo,
entre suspiro y suspiro
oyendo rugir el viento.
Los inviernos siempre han sido
la excusa de aquel poeta
que se daba de profeta,
y pronosticaba amoríos
entre el cierzo y la veleta,
y lo que él deseaba era
que su amada le abriese la puerta.
Joanmoypra