De Gaviota Romero
Narrativa corta
11 de enero 2015.
¡Mama, me regalan un perrito! ¿Puedo quedarme con él? Esa pregunta me hizo recordar unos años atrás cuando no hacía mucho tiempo que nos vinimos a vivir a Suecia, y mi pequeña tuvo que dejar atrás barios de sus queridos animalitos, eso sí en buenas manos. Así que, sin dudarlo le di mi consentimiento.
Era un perrito lindo, muy juguetón, y travieso; mi pequeña era muy feliz con él: cuando se lo regalaron ya tenía su nombre Akiles, a ella le gusto, y lo seguimos llamando igual. Paso el tiempo, y Akiles, siempre feliz, era leal a sus dueñas. El pequeño perrito se convirtió en un perro grande y muy bonito, con él estábamos seguras de que nadie entraría en casa con malas intenciones. La compañera de Akiles, Reina, también llego a casa de cachorrilla: Akiles el primer día que Reina llegó a casa, fue un poquito bruto con ella pues, cuando quiso jugar con él, Akiles se enfadó y la mordió en una orejita: termino castigado en el cuarto. ¡Nunca más la lastimo!
Cuando ya Akiles, se hizo adulto, fue el compañero de mi hija Noemí, se cuidaban mutuamente.
Cuando mi pequeña Noemí, se casó se llevó a vivir con ella a sus perritos. Cuando nació nuestro pequeño tesoro Amelia, Akiles y ella entablaron una amistad que ha durado 4 años lo que tiene en la actualidad mi pequeña nieta, siempre la cuido.
A pesar de ser un perro cuidado, y rodeado de mucho cariño; nuestro Akiles enfermo, de cáncer, pasaron los meces, y mi hija Noemí, lo llevaba al veterinario y le daba su tratamiento, y ácido como 2, años después de haberle diagnosticado esa terrible enfermedad, cuando ya apenas podía andar sus patas se doblaban y caía.
Fue una decisión muy pensada por largo tiempo, y muy difícil de tomar, pero el final fue que lo tuvimos que llevar a dormir, fueron momentos durísimos, pero el animal ya estaba sufriendo mucho.
Estuvimos a su lado todo el tiempo, no lo dejamos ni un segundo, hasta que descanso.
Tenía Akiles 15 años, vivió una vida perruna muy feliz, rodeado de su familia y su compañera Reina, lo quisimos mucho.
La que peor lo ha pasado ácido mi hija Noemí, fueron para ella momentos y días muy tristes.
No puedo comprender, cómo puede haber personas que maltraten a los animales, o que los
abandonen cuando enferman, o se marchan de vacaciones; un perro no es un juguete, es un animal que siente y padece, que es fiel a sus amos hasta su muerte, y él nunca abandonaría a sus dueños.
¡Nunca olvidaremos a nuestro querido perro! Y estoy segura, que Reina tampoco.