¿Si la dama lívida ya no me frecuenta, te puedo mirar a ti?
Porque, la soledad causa estragos irreparables como el huracán a la casa humilde.
Y a veces los ojos se vuelven obsoletos, cuando no encuentran nada que mirar.
El corazón se vuelve tonto sin nada en que creer.
Las manos frías sin nada en que tocar.
Y la saliva amarga a cada segundo de noche. Y de día, la luz opaca y estéril que inunda la habitación de imágenes sin recuerdo.
¿Lo mejor es quedarse encima de la almohada y bajo las cobijas con el calor superficial?
O salir y luchar por los ideales deseados.