Pálido, viene diciembre,
a golpear con sus alas las persinas;
y los vidrios a detener su aleteo gélido.
Cuando las aves improvisan nidos
en los bronceados tejados,
consigo traen
el alboroto de plumas parecido al de diciembre.
Mientras no se cosechen sandias
y los pinos, ahora, vistan vestidos blancos,
existen pequeños edenes bajo edredones
para traernos retazos de abril...
¡Líbrame del frío!