Raúl Daniel

Mariposa de acero (Espejo 97)

 

Mariposa de acero, te conocí sin conocerte,

tú eres lo que soñó la poesía, mujer total,

llena de amor y vida, llena de Dios y de hermandad.

 

Te han sacudido las tormentas,

todas las que pudo enviarte Satanás;

sin saberlo tú, te castigan culpa de Eva,

con las mismas plagas que a Jonás.

 

Mariposa de acero, oras y lloras

tus lágrimas de hielo y fuego,

tu dolor es más grande que un océano,

tu dolor de madre, tu dolor de esposa.

 

Mariposa de las alas ajadas y rotas,

que igual vuelas hacia el virtual sueño que elaboras;

tu sueño se aleja y en tu acero te refugias,

y te agitas en frenético éxtasis secreto.

 

No te vas a morir por todo esto,

no eres capaz de renunciar,

seguirás luchando el resto

¡de la vida que Dios te da!

 

Como madre fuiste más que madre,

de los tuyos y de los que hallaste en orfandad;

te celaron por esto secretamente

y un piélago precio te hicieron pagar;

tú no te dabas cuenta y te esforzabas,

y amabas cada día más.

 

Como mujer no te apreciaron,

¡justo el que más te tenía que apreciar!,

pero creíste que amarlo

era tu obligación y tu necesidad.

 

Mariposa por hermosa y frágil,

pero también de acero fuerte,

yo soy testigo de tu vuelo hermoso,

te vi volar… pero también caerte.

 

Nadie tiene derecho a herirte así como te hieren,

dicen quererte, pero ¿te quieren?,

el verdadero amor no hace daño, tampoco miente...

 

Mariposa, eres de fuego,

por eso el fuego no ha podido derrotarte,

 y también tienes tú un piélago

de virtudes y dones,

(tus planetas en que puedes refugiarte).

 

Yo, como tu hermano y amigo me sublevo,

reclamando una justicia que no hallo;

tus acciones y entrega no merecen,

la desidia en que pereces...

de los tuyos… ni la del cielo.

 

Pero como poeta no puedo hacer nada,

solamente dedicarte estos versos.