Mariposa de acero, te conocí sin conocerte,
tú eres lo que soñó la poesía, mujer total,
llena de amor y vida, llena de Dios y de hermandad.
Te han sacudido las tormentas,
todas las que pudo enviarte Satanás;
sin saberlo tú, te castigan culpa de Eva,
con las mismas plagas que a Jonás.
Mariposa de acero, oras y lloras
tus lágrimas de hielo y fuego,
tu dolor es más grande que un océano,
tu dolor de madre, tu dolor de esposa.
Mariposa de las alas ajadas y rotas,
que igual vuelas hacia el virtual sueño que elaboras;
tu sueño se aleja y en tu acero te refugias,
y te agitas en frenético éxtasis secreto.
No te vas a morir por todo esto,
no eres capaz de renunciar,
seguirás luchando el resto
¡de la vida que Dios te da!
Como madre fuiste más que madre,
de los tuyos y de los que hallaste en orfandad;
te celaron por esto secretamente
y un piélago precio te hicieron pagar;
tú no te dabas cuenta y te esforzabas,
y amabas cada día más.
Como mujer no te apreciaron,
¡justo el que más te tenía que apreciar!,
pero creíste que amarlo
era tu obligación y tu necesidad.
Mariposa por hermosa y frágil,
pero también de acero fuerte,
yo soy testigo de tu vuelo hermoso,
te vi volar… pero también caerte.
Nadie tiene derecho a herirte así como te hieren,
dicen quererte, pero ¿te quieren?,
el verdadero amor no hace daño, tampoco miente...
Mariposa, eres de fuego,
por eso el fuego no ha podido derrotarte,
y también tienes tú un piélago
de virtudes y dones,
(tus planetas en que puedes refugiarte).
Yo, como tu hermano y amigo me sublevo,
reclamando una justicia que no hallo;
tus acciones y entrega no merecen,
la desidia en que pereces...
de los tuyos… ni la del cielo.
Pero como poeta no puedo hacer nada,
solamente dedicarte estos versos.