kavanarudén

Metamorfosis

 

 

 

Escucho Beethoven, “the Moonlight\" sonata.

La música invade, poco a poco, todo mi ser.

Mi ventana abierta, aunque si es invierno, no hace tanto frío.

El día gris, particularmente gris.

Lentamente descienden las tinieblas de la noche, aunque si son apenas las 17.00 horas.

Mi mirada se pierde a través del horizonte. Siento ganas de desahogar profundamente todo mi sentir.

Solo me alumbra la lámpara de mi escritorio, así lo he decidido.

Quiero estar en la penumbra y solo escuchar, escuchar, escuchar y dejar mi alma fluir.

Extraño sentimiento embarga mi alma en este momento.

Una especie de temor. La sensación de estar haciendo algo que no debo. ¿ansiedad?

 

En mi más tierna juventud, 17 años contados, tomé una decisión importante que marcó mi vida. Salí de la seguridad de mi hogar para entrar en otra seguridad. Siempre protegido, resguardado. Ahora, a casi 50 años, siento de haber estado haciendo algo que en el fondo no es lo mío. No siendo o siendo algo que no era.

 

A nivel humano siento que he crecido, eso tiene un gran valor y es lo que me sostiene y no es poco, pero no me siento en mi lugar.

Tengo todo, pero dentro mi ser grita: ¡NO! SÉ Tú MISMO, EXTIENDE TUS ALAS Y VUELA, NO TEMAS, SALTA….

¿Porqué? ¿porqué propio ahora me viene todo esto? ¿crisis de la media edad o reafirmación? ¿El último grito de mi alma, de mi cuerpo que me piden vivir en la verdadera libertad?

Puedo optar por no hacer ningún tipo de cambio y hacer lo que siempre he hecho. Pensar llegar al final de mi existencia con reproches me turba y no poco….“si yo hubiera hecho…” “si yo hubiera tomado esa decisión…” “si yo…”

 

En un mundo donde buscamos seguridades, da miedo lo nuevo, el cambio profundo, la incerteza; el comenzar otro camino completamente diferente, seguir eso que sientes en lo recóndito de tu ser.

 

Por otro lado la familia. ¿cómo lo tomarán? ¿qué dirán mis padres? ¿le voy a causar este disgusto en la vejez? Su hijo, el ejemplo en todo, ahora deja seguridades para perderse….

Mis padres, seres maravillosos, pero que en mi más tierna infancia me marcaron con la violencia, con la incomprensión, con la no aceptación. Tuve más miedo que respeto hacia ellos, especialmente hacia mi madre.

No puedo seguir pensando por otros o pienso por mi mismo o me condeno a “no ser” a traicionar lo precioso que siento dentro, a seguir la corriente como la mayoría y eso simplemente es patético….

 

Continua la música invadiéndome, las tinieblas cada vez se hacen más presentes, suspiro profundamente, sosegado, sereno, tranquilo.

 

Cualquier cambio existencial lo quiero hacer por mi mismo, no por nadie más, ni siquiera por la persona que amo profundamente y me apoya en todo. Mi cambio tiene que salir de mí mismo, y no por egoísmo. No quiero culpar a nadie en un futuro si las cosas no salen como pienso. Siento que el paso lo quiero hacer y poder vivir en la total transparencia para conmigo mismo y para con los demás. Quien me quiere realmente comprenderá, quien no me quiera, levantará su dedo y me señalará. Con su boca pútrida, improperios contra mí lanzará, detrás de mis espaldas me destrozarán. ¿Es el precio a pagar? Pues estoy dispuesto a hacerlo. Pago y caminaré con la frente en alto.

 

El contacto conmigo mismo lo ha facilitado la escritura. Bendito el día que la descubrí, mejor dicho, el día en que, superando complejos inútiles, decidí escribir y publicar.

Escribir lo que siento, lo que me llena, mis miedos, mis esperanza, mis sueños, mis tristezas y angustias, solo por el hecho de querer hacerlo y basta. Quizás alguien, en algún lugar recóndito del planeta, esté viviendo mi misma situación y mis letras le puedan dar una luz, sería mi máxima gratificación, nada más espero.

Este es mi arte, es mi manera de expresarme, es mi vocación fundamental, es mi existir.

Vida, esa gran aventura de ser tu mismo…