Yo estaba jugando
y el estaba temblando
presintiendo el certero disparo de mi peligrosa honda
pobre y frágil pajarillo
que erguido permanecía cantando
quizás su última canción
tal vez su postrera copla.
Yo estaba jugando
y ella me quedó esperando
y nunca llegué a besarla nuevamente en su dulce boca
pobre chica de los altillos
que al parecer seguía ansiando
ver en mis ojos amor y jamás nunca ver sombras.
Yo estaba jugando
y el mundo seguía mirando
mis actos tan infantiles como una ronda
pobre de mi y mi diablillo
que muy solo se va quedando
por no madurar a tiempo y vivir a tontas y a locas.
Yo estaba jugando
y la vida seguía pasando
y nunca pensé en mis triunfos ni en mis derrotas
siempre miré el amor
como un juego jugándolo
sin ni una maldad en mi alma que estaba rota.