Volviéronse títeres los hombres,
seres de aristas de sombras trémulas
avanzando por los límites del albo.
De los ojos brotaba el miedo
al inevitable último silencio.
El rumbo a la deriva
por la deriva del rumbo
de la Brújula Madre.
Clavan las alas al suelo
los lazos que atan corazones
a los ojos de lo oscuro,
a la ignorancia y el miedo,
a los huesos y las carnes.
Los títeres todavía
en los bordes de la luz.
Destellos de alegría del infierno
con cada alma que lleva a su infinito.
En rojos brillan las cuencas
antes de estallar en la sombras.
Quizás la rabia, la ira
por no haber cortado la Nada.