Posiblemente tengas la mirada más triste de este mundo,
posiblemente vuelen de tus ojos
cometas circundados
y una noche de luna en tus alcobas no conoce
la vida en power point.
Porque puede que tú
nunca te hayas quedado dormida en un estrella,
nunca te hayas sentido lagartijas de espuma corriendo por tus pechos
ni hayas hecho el amor sobre las mesas
de un restaurante chino,
sin embargo,
te he buscado en la biblia y sé que tienes la cintura de agua
y el sexo incandescente
y un árbol con abejas cuando aprietas los labios,
un timón en las piernas,
un cariño extranjero
y un filósofo amigo.
Hasta puede ocurrir que tu tristeza sea el precio que te exigen
las puertas giratorias y los búhos marxistas,
incluso tu mirar con linterna de ornitóloga
tenga visos suicidas.
Ni lo sé ni me importa, porque nadie
se ha mirado a sí mismo y salido diciendo que ha encontrado
un pozo nuclear entre sus nalgas,
nadie sabe que tú, en definitiva, eres una excepción y en tu cabeza
no cabe un music-hall ni se despachan
oraciones bandidas.