Carlos Alcaraz

Asesinar a las musas

Música de fondo: Artificial Light (Typhoon)

 

Vamos a asesinar a las musas. Vamos a hacer que se suiciden. Sofía, Clemence, María, apuntándose palabras entre sí. “No eres tú,  nunca lo fuiste” se dirán. Y estallarán en risas. Dirán “él siempre lo creyó” - yo lloraré. Hay que tener muy claro que las musas no son personas, son ideas que uno provoca. Parten de una mujer: roban su esencia, roban su imagen y su nombre, y después, destruyen todo. Desvanecen realidades, preparan caminos, son adictivas. No se puede confiar en ellas: su tarea primordial es construir ilusiones sobre pedestales, historias sobre poesía. Con semejante afán, ¿cómo podría uno no amarlas? Por eso es primordial que ahora, libre de su jaula, proceda a ahogarlas en su encanto. El veredicto: son culpables - sobrepasan al amor, sobrepasan a la vida. Nunca más. Hoy quiero amar a una mujer, sin más anhelo que ella misma, en plena humanidad. Y si me ama o no me ama, ¡qué más da!, seremos libres: no habrá más mundos que inventar ni más apocalipsis prematuros. Estamos hartos de las musas. Iremos, una por una, arrojándolas al vacío como procedimiento de rutina. Ellas caerán, todas ellas, y esa será su última nota: porque una musa que no vuela, si la arrojas a la muerte,

                             

        i   n   e   v   i   t   a   b   l   e   m   e   n   t   e    

                                                                                              muere.

 

 

Carlos Alcaraz

13/01/14