Languidece de dolientes
fibras, tejido carnal
de mi abril.
¿acaso tú no lo sientes?
mujer; ¡víbora del mal!,
dolor vil.
Como dos serpies aladas,
pasas por mi barro triste
y, sollozas.
¡Qué habrá soñado mi amada!,
qué mausoleo pariste
por tus rosas.
Disertó de muchas albas,
y, vistióse de escarlata
y, albañal.
Partióse de hierro y enalbas,
forjando en yunque oro y plata
y, un puñal.
Cual nibelungos oscuros,
ciegas mi soplo humano,
que se rinde.
Por la estirge de los muros
sangrientos, se abren en vano
toda linde.
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John Morales Arriola