Gerardo Barbera

CAE LA LLUVIA Y LLEGA LA TARDE

¡Cuánta gotas de lluvia he visto caer!, ¡cuántas palabras!, ¡cuántos encuentros!, ¡cuántos exámenes corregidos!, ¡cuántos rostros!... ¡cuántas noches de silencio!, ¡cuántos sueños que se han ido! Se van las nubes, se va la tarde,  ¡ya son ancianos mis antiguos compañeros… los otros, ya están muertos, nadie recuerda sus nombres!, ¡cuántas flores recogidas!, ¡cuántas tardes de sol!, ¡aquí no hay placas “en honor a...”!, ¡Dios, cómo pasa el tiempo, cómo pasa! Y los años se van…y con ellos la vida.

 Me encuentro solo con mis fantasmas. Y estoy cansado, como si la existencia fuese una carga tan cotidiana, sin espacio y sin cielo, sin la mirada de los dioses. A veces, la ventana es tan oscura, que me acuesto para no pensar en nada, y así soñar que no existo. ¡Dios, estoy tan cansado!  Se van los amigos, llega el invierno. Se va el hombre…, las esperanzas, los sueños. Y así como se fueron los viejos profesores… llega la tarde despejada, tan tranquila, con ese sabor a hogar, a mi esposa que me mira. Ella sabe que estoy cansado, que ya vivo de recuerdos, y me escucha; yo hablo y hablo…Ella me escucha, llega la noche, estoy cansado, me besa: “Hasta mañana, deja de pelear, te vas a enfermar”…llega la noche, cierro los ojos.