Vino la muerte y me llevo en sus brazos,
me subió a lo alto, me dejó observar
ajetreado movimiento de quienes vienen y van,
vi sufrimiento, gemidos al viento de almas,
angustias se viven sin cesar,
Luego, un inesperado enfado,
me soltó abruptamente, dejándome caer nuevamente,
a mi cuerpo tendido silente e inerte,
a la espera del segundo aqueste
que conciencia plena , darme cuenta pudiera, vulnerabilidad de simple terrestre.
La fragilidad del cuerpo vivo y moribundo,
unidas en tiempo iracundo, menos de un segundo,
tiempo pleno de vida entre luces y sombras,
sinfonía furibunda de aliento que asoma,
me vuelve el sentido, el recuerdo vivo de la muerte en vilo,
breves instantes que marcaron mi rumbo,
y en segundo fecundo, cambió mi visión del mundo.
Hoy la paz y la armonía, simpleza de la vida
hacen de mi alma un gozo cada día,
pequeñeces que, a veces dormida,
observo sin prisa y sin pausa, vivo como vivo,
vino la muerte, más…devolvió mi alma.