Melancólica belleza
encerrada
en un pañuelo,
en unas lágrimas,
en la añoranza de un tiempo
que se fugó a la nada,
retenido por un hilo frágil
que se convirtió en suspiro
en la distancia.
¡Ah! ese dulce dolor
tan placentero
que es soñar despierto
en el pasado
que ligero corrió,
con el paso veloz
de un joven ciervo
que huye
del cazador a su celada.
Versos que me congelan el alma
a sabiendas de la desolación sufrida
por otro amor que pareciera
haber pertenecido a otra vida,
por lo lejano
y borroso del recuerdo.
No hay acentos,
no hay siluetas,
no hay cadencias ni risas, ni labios
que respondan esos besos,
solamente silencios, penumbras
y angustias en el pecho
tan abundantes que desalojan
el corazón del mediastino,
o huye insensato
por su voluntad tras el destino
escudriñando
los rincones de la nada, buscando
los ojos de la amada.