Solo escucho al viento silbar en esta planicie,
viajar durante horas para tan solo mi cabello soplar
tocar mis poros para luego con frío entrar;
satisfaciendo el calor de una sol a mediodía.
Ese silbido se convierte en poemas deambulantes
listos para entrar y sin apuros mi sonrisa divagar.
Es así, en las planicies, donde yace mi amar.
Esos los momentos donde cesa el importar,
como niño que observa sus manos con asombro
durante largos minutos llenos de interés,
solo para derramar una lagrima al sentir vida.
Camino, lleno de gozo y alegría,
por en estas planicies, corro y corro
siento a los pastos cantarme en unísono,
cantarme como madre cuando ve una lagrima.
Incluso me lo dice el aire cuando pasa entre hojas
crea alborotos y se filtra por filas para llegar,
me confirma que existe tan solo un amor
el cual debemos sustentar invisible y siempre verde.
Trabajar y trabajar no solo para el mundo,
pues existe tiempo para la gloria y el asombro,
lisiemos el ser criaturas errantes por la sociedad;
incluso la felicidad del holgazán tendrá un rumbo!
El perro junto a la calle lanza una sonrisa a menudo,
la hormiga toma con manos fuertes a sus hermanas,
y el anciano viento hoy me lleno los poros de felicidad.