Ella era mi amor y yo el suyo,
Milady Miranda,
aquel día de primavera traje su relicario
y todavía lo traigo,
mi anillo en cambio su dedo adornaba
y para sellar nuestro juramento
toqué con dulzura sus inocentes labios con un beso
El verano lo pasamos inconsciente del mundo,
acaso dándonos cuenta de la luna menguante,
los vientos de otoño usurparon las brisas suaves,
huyeron las alondras a cantar a otros enamorados,
la lluvia y la niebla humedicieron nuestras tardes,
pero no nuestros corazones,
donde la pasión en armonía plena residía
La severidad de invierno arrasó sin piedad,
su mano cruel le llevó lejos,
palabras de despido un consuelo agridulce,
pero con los años mi pena menguó,
y al caminar en nuestra bosque de encantos,
donde la sombra y la luz el ojo confunden,
su belleza de nuevo encuentro,
antes de que una lágrima mi vista empañe
Una sonrisa de rememoración alumbra mi envejecida faz,
a sabiendas de que había amado
e igualmente había sido amado,
con profundidad,,
no solamente en esta vida ,
sino también en la que me espera
El cuadro Milady Miranda pintado por propio pincel