La sensación que produce en mi ser el mar en invierno, es indescriptible.
Me descalcé, no me importaba el frío que hacía, y caminé a pié descalzo por la playa desierta.
Mientras caminaba, perdiéndome en el horizonte me preguntaba:
¿Qué es lo que día a día me enamora de ti?
¿Tu sonrisa sincera y abierta? No estoy seguro.
¿Tu forma optimista de ver la vida? No sabría decirlo.
¿Tu forma de ser sencilla, cercana, amigable? Tendría que pensarlo.
¿Tu arte magistral de hacer el amor que me hace perder la cabeza? No lo sé.
¿Esa tu atención constante hacia mi persona haciéndome sentir único? Quizás.
¿Tu caminar sereno, seguro, rítmico que te caracteriza? Tal vez.
¿Tu mirada profunda a la cual no puedo ocultar mi estado de ánimo? Posiblemente.
¿Tu voz, que tan solo oírla, tranquiliza mis inquietudes? Tendría que medirlo.
¿La forma en que me haces ver la realidad? Quién sabe.
¿Tus besos que me enloquecen solo en pensar en ellos? Acaso.
¿Cómo nos reconciliamos después de una incomprensión? probablemente
¿Tu ser único que me ama profundamente y se entrega sin condiciones? A lo mejor.
Llego a una conclusión: todo eso y mucho más.
Imposible dividirte ya que eres un todo.
El todo que he recibido como regalo y con quien quiero compartir el resto de mi vida.
Me abrigo mientras sigo caminando y siento dentro el calor de tu cuerpo en mí. Tu respirar, tu olor, tu aliento, tu perfume, tu presencia en mi ser, tus caricias en mi piel desnuda, tus embriagadores besos, tu cuerpo desnudo a mi lado en nuestra cama….
A lo lejos dos gaviotas volaban despreocupadas, parecen disfrutar de la corriente que las ayuda a elevarse, sin importarles para nada, el invierno. En su volar sereno, se acompañan mutuamente, danzan el vals eterno del amor….
Respiro profundamente y siento, una vez más, la letal mordida silente de la soledad. Cierro mis ojos y grito a todo pulmón: “Te amo amor” “Te amo hoy, mañana y siempre” “te amo…..”, mientras me desplomo, de rodillas, sobre la fría arena del triste mar invernal.