Lilita era
una ratoncita
muy preciada
en la
vecindad,
Hasta que
un día
apareció
un gato
gordo y
gruñón.
Quería
comérsela,
no porque
tuviera
hambre,
su ama lo
cuidaba y
alimentaba
con pastillitas
de salmón.
La ratoncita
tuvo
que irse
para sobrevivir
de sus garras.