La tierra mata la sed
y la simiente se agita en su seno.
El niño,
palpitar de lirio asomado a la ventana
suspira sueños
que la lluvia empaña
allá afuera, lentamente...
En las gotas que caen
oye la sinfonía
que mansamente transcurre,
en la tarde de su infancia.
No sabe que es un niño.
Que habita en la región de los magos,
de los amigos alados
y de los duendes.
Goza de esa magia sin despertar.
Mas ha de llegar la hora...
esa hora en que fenece
la siempre anhelada
sinfonía
y él jamás ha de olvidar
su despertar
en ese día.
(Traducción: Juan Martín Ruiz)