Hola corazón:
¿Sabes?
No me es difícil escribirte, lo he hecho tantas veces que ya reconoces cuando mis letras denotan alegría, tristeza, frustración y otros sentimientos; me conoces tanto y tan bien que con sólo mirarme sabes lo que reside en mi alma.
Te he escrito tanto y tantas veces, que al principio se te hizo costumbre leerme, pero pero después se volvió necesidad. Hemos llegado a tener esa complicidad que sólo suelen tener los enamorados, de entregarnos pedazo a pedazo nuestro corazón hasta hacerlo uno solo, tanto así que las palabras nos han sobrado cuando las miradas lo han dicho todo.
Un entendimiento total, una necesidad de estar juntos, una complicidad tan especial, y ¡vaya! “especial” no es una palabra que la defina a perfección pero tú y yo sabemos de qué se trata lo nuestro. Carta a mi amor amigo, maestro, ejemplo, todo.
Sí, un amor nuestro y de nadie más; un amor que ha ido sobreviviendo al paso de los años, que parece que no se ha desgastado, que sigue cautivándonos día a día.
Lo nuestro es una relación impetuosa que ha sobrevivido a la distancia, al tiempo, y a las personas… y tan sólo por el amor que nos tenemos.
¿Te das cuenta corazón? Te hablo de sentimientos, costumbre, necesidad, complicidad y un amor que nos sigue cautivando. ¿De qué se trata esto? ¿Es acaso una carta de amor lo que te estoy escribiendo? ¡Pues claro! La respuesta es que sí.