Nada especial, era una vida cualquiera,
simple, rutinaria, nada especial.
A veces, alegre, a veces triste.
Sin estridencias mundanas
ni orines de gato.
Al ignorar el transcurso
de fechas de vencimiento,
el sol de la juventud y el amor
le eclipsaba la muerte
que parecìa no existir.
Hasta en entre los àrboles,
crecidos de golpe,
y el cerco de arbustos
no encontrò al joven
ni al niño corriendo
tras la pelota de fùtbol.
Y al ignorar el transcurso
de fechas de vencimiento
la realidad le enseñò
lo poco que cuesta perder
la fortuna y la alegrìa
¡y cuànto recuperarla¡
De pronto, al ver como el rostro de un viejo
le ocultaba el hombre que habìa sido.
Una voz de asombro le advierte:
En cualquier sùbito instante
seràs el ùltimo en irse de ti.