Naufragio.
De aquel naufragio,
Me quedé, en la isla prisionera.
Dando vueltas, en mi jaula,
Tropezando mis alas,
Entre las tinieblas,
Como barrotes, prisioneros de mi alma,
Como carcelero, con su guadaña,
Clavados sus ojos, en mi cara,
Mi cara, perdida, seguramente mirando hacia la nada.
Mi carcelero, me prestó sus llaves,
Pero, ni cerradura, tenía mi jaula.
Bastó una voz,
Para recordar, la miseria,
De ser, prisionera en casa,
El cuerpo atrincherado, en el miedo de la escarcha.
Andando, presiento la muerte
Le pondré nombre,
Para presentarme decentemente
Y desterrarme, de esta mi jaula.