La tarde era soleada,
las mariposas inquietas
revoloteaban alegres
entre las azucenas.
Traía el viento cálido,
olor a yerbabuena.
Y en el jardín las flores
anuncian la primavera.
Rosa fué el ocaso,
de esa tarde bella.
En la calle los niños
jugaban la rayuela.
Una niña cantaba,
y dormía mi tristeza.
Otros niños bailaban,
al son de panderetas,
sonaban y sonaban,
despertando mi tristeza.
Traía el viento cálido
olor a yerbabuena.
La tarde iba cayendo.
Las estrellas, detrás de ella.
La luna apresurada
por ser de la noche, dueña.
Cantaba una niña,
con su vestido de seda.
Canta niña, canta
y duerme mi tristeza.