Amigo, en esta epístola riego en salutaciones
vuestro espíritu humano; que mecióse de gozo,
descubrí tus pesares, tristes lamentaciones
cuando partió mamá, te hundiste en negro pozo.
Recuerdo que reíamos en nuestro trabajar
tus risas matutinas alegraban la vida,
pero llegan las noches y vas de par en par
amigo vuelve pronto, mi alma sigue dormida.
Carlos recuerdo tus penas de aquel octubre
y, tu alma se acongoja pues mi voz la descubre,
¡ay! mi amigo sureño de piadoso linaje;
recuerdo, nos echábamos de menos al agur
pero siempre volvías de las tierras del sur,
amigo te recuerdo mirando aquel celaje.
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John Morales Arriola.