A veces con malicia asoma el fuego
vomitando sus llamas donde place,
enfermo de bulimia siempre pace
y acaba por volverse loco y ciego.
No sirve para nada grito o ruego
todo aquello que toca lo deshace,
y aunque en la chimenea se disfrace
¡cuidado!, solo el agua apaga el ego.
En ocasiones puto malnacido,
en otras su presencia es buena y grata,
por todos maldecido o requerido.
Que caprichoso el fuego en la fogata,
deja al leño de negro bien vestido
y a la piedra de blanca la retrata.