Cuando sientas las caricias del ocaso,
en el último recodo del sendero,
anidándose en tu alma de viajero,
una estrella será escolta de tu paso.
Se hará leve la mochila del fracaso
y rebosante de color tu derrotero,
manantial que rezumando amor sincero,
llegará para llenar tu medio vaso.
Conmovido te verás caer de hinojos,
dando gracias con tus manos hacia el cielo,
ya tu cuenta no tendrá números rojos,
pues la vida te habrá dado de consuelo,
raro brillo enredándose en tus ojos,
cuando alguien al nombrarte diga...Abuelo...