Conciencia,
hoy quiero hablar contigo,
sin prisa
sin ruidos
¡solos en silencio!.
Contarte,
contarte lo que he vivido.
Hermoso fue quedarme
con su rostro
en mi mente,
el arte de entenderle
su carácter,
nunca fácil
tampoco difícil,
saborear su ternura
“empantanao” en su cuerpo.
No existió lodo,
exceso de mieles.
Quedé ahí
pegado y mirándole.
Mirando sus ojos
mirándome,
la magia de su sonrisa
carcelera de mi vida,
como el más libre canto
de toda Andalucía.
Si, presidiario de sus labios,
de sus ojos,
de su pelo,
de sus pechos,
de su cuerpo,
que tantas veces,
fue mío.
Fernando de Lira.