Ella insinuaba,
aire de horas posibles
en la mirada.
Apiadate de Cristo
Marìa Magdalena,
que oferta al momento
un poco de ensueño,
y va de aquì para allà,
hasta que amanece
en soledad.
Acaricia de metal
y terciopelo,
muchacha trotacalles,
sugestiva mirada,
oropeles de cristal.
Atenta a las ansias,
Marìa Magdalena
entre hombres sin rostro,
almas solitarias
que pagan y se van.
Mariposa en la noche
al antiguo ritual.
Al fin y al cabo,
si otorga una pizca de sol
y amengua el invierno....
Para bien o para mal,
muchacha, dulce señuelo
de silueta sensual,
bajo luces de neòn
y nubes de alquitràn...
Muchacha
por ahì va
y se pierde
entre la marea
de la ciudad.