Hoy te vi,
con una sonrisa franca, plena,
con el rostro iluminado por la dicha.
De mi pecho voló una bandada de palomas
y mi corazón sufrió un súbito recogimiento.
Mi mirada se nubló al contacto de tu rostro.
Todo giró en torno a tu boca
y se me acabó el oxígeno,
fue necesario tomar
una bocanada de aire
de esas que llaman suspiro.
El estómago se resintió
y me dejó sin alivio.
Fue todo tan repentino
que no sé si hubo un pensamiento,
sólo pude sentir
como alterabas mi organismo.
De súbito me atrapó la tristeza
y sin saber por qué,
profunda y largamente… lloré.