Cuántas despedidas nacerán en el horizonte
hasta que el sol ya no alumbre más los días
en que existo como una amapola en el desierto.
Eres marea en luna llena
y está mi playa mojada en ti
para calmar la sed de mis palabras...
y mis silencios.
Más hoy no siento tu presencia,
sólo este asedio mortal que clama ausencia.
Están mis restos con bandera de olvido
y las rapaces me acechan listas para devorarme;
y no estoy muerta, aún te vivo
en este soliloquio de eternidades
que buscan ser poéticas.
Siempre... Donde te encuentres.
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Hubo tanto que quiso decirle, escribirle...
más por prudencia decidió continuar callándolo.
Después de todo y antes que nada, le seguía amando.
H. S. S.