Hoy tengo ganas
de que sea escuchada
la última pisca de orgullo
que me ha quedado.
Dije que cuando no haya más
será porque queda
el concho de mi piedad
llorando misericordia en una cantina.
Me despido de ser humano
porque nada de hombre
está presente en un ser amargo
con rencor saciando el hambre.
Quien buscó en la atmósfera
olvido el tibio calor de hoguera,
abierto el correo de disculpas
dejando quejas y un -¡Afortunado quien te viera!-.
La tuviste entregada por pensiones
sabiendo que en las prisiones
las visiones son de dioses
esperando al peregrino cumpliendo sus misiones.
No tengo escusas ni ventajas
pero entre las navajas
el que menos ataja
es el que más se raja!.