Ella le deja ir sin decir nada
inmóvil
sin lágrimas
ningún grito de arrepentimiento
paralizada
ni siquiera un parpadeo
sus ojos penetran como un puñal
la piel de su espalda
la boca tiesa impide un temblor de labios en abandono
ninguna emoción
ninguna traición de los sentimientos
Él considera volverse
suplicar el perdón
un compromiso con su propio orgullo
rendirse
abusada por el egoísmo de ella
su decisión tomada
los años, pesos encima de sus hombros,
desintegran como promesas falsas
un alivio agrio
náusea
pánico
al irse
suda en la fríalidad de su cuerpo.