El hombre tiembla en una esquina,
porque en la otra esquina hay una sombra,
el hombre tiene un cuchillo en la mano
y la sombra sigue en el mismo lado.
En sus muñecas se dibuja, en cada una,
una marca que recorre el antebrazo, dibujada
con el cuchillo pero ¿por quien?
la sombra observa
quieta en donde se encuentra.
¿Por qué dices que me odias?
pregunta el hombre con la herida
de muerte.
-Yo nunca he dicho nada de eso - responde
la sombra con una voz lenta, grave y añeja.
¿Por qué dices que mis padres no me quieren?
pregunta el hombre que sabe que no tiene
nada que perder.
-Yo nunca he dicho nada eso - responde su interlocutor.
¿Por qué dices que no soy exitoso?
pregunta el hombre que tiembla de miedo
en la esquina en la que siempre estuvo.
-Yo nunca he dicho nada de eso - responde la sombra
que parece ¿sabia o sádica?
¿Por qué me hiciste estas heridas?
pregunta el hombre mostrándole las
profundas heridas que tiene en su antebrazo.
-Todo por lo que me has culpado - dijo la sombra,
volteándose y dándole la espalda al hombre.
- En realidad lo dijiste tu, lo hiciste tu y por eso
te has condenado tu mismo a morir como un
suicida y no como un hombre - y la sombra se fue
y el suicida murió.
MEVE.