Unos hijos sollozaban
ante el padre moribundo,
que pronto se iría de este mundo,
pues sus fuerzas se acababan.
La angustia en el rostro de ellos
era claro y evidente,
¡Se jalaban los cabellos
por ese dolor latente!
De muy pobre economía,
ellos solo poseían una moneda de cobre,
solo para una flor.
Dijo el padre en su agonía:
\"No me importa un entierro pobre,
hijos,solo entiérrenme con amor\".
Autor:Bernardo Arzate