Caí en el centro perfecto
de un pesado
instante,
en la más alta
de las montañas
de una isla solitaria.
La sal de la lluvia
agujereó mis heridas
y era inútil la saliva
ante sus
despedidas
desmedidas.
Algún día estallará
el refugio de mi pecho
y en su vómito
hallaréis versos,
y serán suficientes para
escribir el mejor libro
de mi época.
Huelo vientos de cambio,
tormentas modernas
con rayos en forma
de ideas.
Cuando las cucarachas
hagan metamorfosis
y vistan piel humana
despertaremos,
pues todo ha sido un sueño
en el que un hombre
te vigila
escondido
tras una
manzana